Procesión del Viernes Santo

La procesión del Viernes Santo es instituida 1581. Denominada a lo largo de la historia como procesión de la Quinta Angustia, procesión de la Soledad y procesión del Santo Entierro (nombre con el que permanece) sale al atardecer desde nuestra sede en y se dirige a realizar su estación de penitencia en la Catedral de Santiago, discurriendo luego por las principales calles del Casco Histórico para volver, ya en la noche, a la Iglesia de Santo Domingo de Bonaval. En sus inicios procesionaba con el Cristo yacente de la Parroquia de la Corticela, encargando la Cofradía la fábrica de un Cristo propio en el año 1619.

            Históricamente procesionaban sólo hombres y acudían las parroquias de la ciudad con sus cruces. La mayoría de los cofrades numerarios acuden vestidos de gala. A partir del año 1993 comienzan a procesionar mujeres vestidas de mantilla española acompañando a la Virgen de los Cuchillos, componiéndose así la procesión de dos cortejos diferenciados. Tras la banda de cornetas, gaitas y tambores de la Cofradía de los Dolores de la misma ciudad de Santiago, abre la procesión un crucificado neoclásico del escultor Ferreiro, lo siguen niños con las insignias de la pasión y el estandarte de la “Santa Faz” donde aparece representado con serenidad el rostro de Jesucristo, obra de la pintora compostelana Concha Vázquez. La Cruz del Calvario, cuidada obra del siglo XIX, es portada por el Mayordomo de turno, que es el cofrade numerario que se hace cargo de los gastos de la procesión. El propio Rey Alfonso XIII fue encargado de hacerlo 1908. Seguidamente aparece la magistral urna barraca con el Cristo yacente en su interior. Se trata de una obra de belleza singular, con un sin fin de detalles que en conjunto la trasforman en una pieza única en el mundo. Tras la imagen del Cristo muerto va la presidencia, generalmente encabezada por el Sr. Arzobispo de Santiago. Seguidamente el estandarte “Sin pecado” abre el cortejo femenino y anuncia la presencia de Nuestra Señora. La imagen de la Virgen en su Último dolor tiene una delicadeza conmovedora, realzada por sus espléndidas vestiduras. Tradicionalmente la banda municipal de la ciudad acude para cerrar el desfile.